Por Talento y Organización Global Alumni
Vivimos tiempos convulsos. Quién nos hubiese dicho hace unos meses que un mercado de animales de Wuhan iba a desencadenar una crisis sanitaria y económica de tal magnitud en medio mundo. Como un dominó colocado en fila, los países han ido sucumbiendo uno a uno al coronavirus. La pandemia ha obligado a los gobiernos a cerrar fronteras, impedir el tránsito de personas y clausurar negocios.
Aquellas compañías que, como Global Alumni, no se han visto afectadas por el cierre de negocios, han tenido que ajustarse a la realidad del teletrabajo con rapidez y precisión. En una empresa como la nuestra, con más de cien empleados y decenas de departamentos, la coordinación, la comunicación y la empatía son las coordenadas que guían esta excepcional y compleja etapa.
En una compañía convergen diferentes departamentos y no todos logran trabajar con la misma facilidad y comodidad desde casa. Mientras algunos pueden desempeñar sus tareas simplemente conectándose a los servicios en la nube, otros precisan de acceso a servidores, grandes equipos, una potente conexión a Internet, etc. Dichos requerimientos deben ser atendidos uno a uno para que la productividad no decaiga, los resultados no se vean perjudicados y las personas puedan desarrollar su labor con total normalidad. Y esto solo está al alcance de empresas ágiles, con una gran capacidad de responder a cualquier desafío.
En crisis, las personas en el centro de la organización
Las empresas que tenemos la suerte de poder continuar con nuestra labor debemos velar por que todo funcione en remoto con la misma precisión que en una oficina. Y cuidar, asimismo, de las personas, las vértebras de cualquier compañía. La comunicación con los empleados debe ser una vía de doble sentido. Tenemos que cuidar el vínculo con los trabajadores, hacerles ver que todo sigue igual, que todo marcha y que lo único que ha cambiado es el espacio físico. Porque con la tecnología estamos más unidos y conectados que nunca.
Trabajar en remoto supone tener en cuenta muchos condicionantes, casi tantos como individuos: ¿quiénes tienen hijos? ¿Se encuentran acompañados de alguien? ¿Cuentan con medios para teletrabajar y que su salud no se vea perjudicada? En esta crisis, además, cobra especial importancia el apartado mental, pues no todo el mundo soporta del mismo modo la reclusión. Hay personas que están solas, algunas que tienen a sus familiares en otro país, etc.
En definitiva, en estos momentos tan delicados hay que tener más presente que nunca el factor humano. Nos tenemos que cuidar entre todos, en la distancia y en casa. Sin duda, de esta experiencia todos obtendremos una lección positiva.