Lo hemos escuchado miles de veces pero rara vez en el contexto del debate sobre la educación semipresencial: la revolución tecnológica ha cambiado el mundo, nuestras vidas y costumbres y naturalmente el modo en que los consumidores satisfacemos nuestras necesidades. Tal vez pueda resumirse en un solo concepto: tenemos todo al alcance de nuestra mano, a nuestra medida, sin limitaciones de espacio y tiempo. De este modo, si el mundo globalizado y digitalizado ha abierto las puertas a la universalización del conocimiento, ¿por qué iban a mantenerse al margen de esa revolución nuestras estructuras educativas? ¿Por qué iban a lastrar el crecimiento de nuestras sociedades con sistemas y conceptos obsoletos? ¿Tiene algún sentido cercenar las oportunidades de crecimiento profesional prescindiendo de opciones educativas, propias del mundo global y digital que habitamos, como la educación online o la educación presidencial.
De Homero a los simuladores virtuales de gestión
Hay dos aspectos que hemos de tener en cuenta al valorar las nuevas opciones de formación. El primero, que la educación es indefectiblemente instrucción tutelada, algo que, en esencia y a través de los siglos, no ha cambiado desde la paideia arcaica que trazaron por vez primera Homero y Hesíodo. En el ideal formativo homérico resplandecía la tarea de inculcar a aquellos primitivos alumnos la mímesis de los dioses y de los héroes. Es decir, la búsqueda de la excelencia que dioses y héroes representaban, con el propósito de formar ciudadanos perfectos, útiles para el Estado y las sociedades, a través del modelo aún vigente de la imitación que quienes no han precedido en la virtud.
Este anhelo de exigencia máxima está intrínsecamente vinculado a su consecuencia: la formación era algo exclusivo de las élites. Hoy partimos de otro punto, de los beneficios del empeño por la igualdad de oportunidades, pero modelos como el Executive Master persiguen precisamente la creación de esas élites, en la mejor y más provechosa de sus acepciones.
El segundo aspecto que debemos considerar es el canal por el que el alumno recibe esa instrucción, teniendo presente que una de las grandes oportunidades de la revolución tecnológica no es otra que propiciar la proximidad de metas que hace tan solo unos años parecían quiméricas. Si tomamos la formación como el eje nuclear de la vida profesional –de la vida, en realidad-, esa proximidad se manifiesta en la facilidad de acceso a los modelos de excelencia educativa de todo el mundo; es decir, acceder desde cualquier lugar del planeta.
La garantía de la excelencia institucional
Salvado el escollo netamente tecnológico, nos quedan por discernir las garantías que nos ofrece el emisor de esa instrucción, o lo que es lo mismo, detectar el prestigio de la institución educativa que garantiza que esa formación será acreditada, sobresaliente y concebida ya en el contexto adaptativo requerido para salvar la distancia geográfica. De esta manera, la modalidad IN ON combina lo presencial y lo virtual, pero bajo los estándares de calidad de una institución de acreditado prestigio internacional.
Como tantas habremos experimentado o contrastado con datos, la experiencia de la formación exclusivamente online es en líneas generales muy positiva pero hay matices didácticos, particularmente en ciertos estudios de postgrado, que podrían perderse en los modelos educativos a distancia; matices que la innovación de la educación semipresencial ha venido a restituir y avalar.
El futuro es mejorar el pasado
El resultado es el aprovechamiento integral de los dos modelos educativos imperantes: a la autonomía, la flexibilidad y el aprendizaje intuitivo e iterativo de la educación virtual, se añaden ahora rutinas señeras de los postgrados convencionales, muy particularmente las experiencias de networking internacional.
El futuro formativo, en definitiva, permitirá un asombroso cruce de caminos de mutuo enriquecimiento entre aquella enseñanza primigenia de inspiración homérica, que mantiene su esencia y sus valores, y las más avanzadas técnicas de innovación educativa y el universo global que logran abrir en horizonte del sector.
Esa es finalmente la respuesta que nos brinda hoy la educación semipresencial, concebida en origen a partir de las necesidades más exigentes de los profesionales más cualificados del siglo XXI.