La crisis mundial provocada por la pandemia del coronavirus está asfixiando a muchos sectores. Piensen, sin ir más lejos, en el turismo, con todos los hoteles cerrados y los vuelos cancelados. Otros, como el sector educativo, no han tenido más remedio que acelerar su digitalización para atravesar esta excepcional situación. Dicha transformación ha dejado una cosa clara: el online learning ha pasado de ser una opción a una necesidad.
Colegios, universidades, escuelas de negocio, etc. Ningún centro educativo quiere frenar el rendimiento académico de sus alumnos, por lo que han tenido que esforzarse para adaptar sus sistemas al entorno digital. Muchas instituciones ya tenían estructura para volcarse en el online learning, por lo que han sido capaces, casi de la noche a la mañana, de comenzar a impartir las clases a través de Internet. Tal ha sido en España el caso de Esade, donde las clases de 4.200 alumnos pasaron del formato presencial al remoto en tan solo tres días.
Online learning, algo más que educación a distancia
El online learning no consiste en grabar una clase y subirla a la red para que los alumnos la sigan desde sus casas, ni subir todo el temario de una asignatura en Power Point al aula virtual. Tampoco es un recurso sustitutivo, es decir, una manera de proporcionar educación a aquellos que, sea cual fuere la circunstancia, no pueden acudir a un aula. Es un cambio de mentalidad profundo y severo.
Las instituciones educativas que quieran dar este salto deben moverse en un entorno ágil, siempre atentas a las demandas de la sociedad. Asimismo, deberán contar con un profesorado preparado (que conozca determinadas aplicaciones y dinámicas de la enseñanza digital) y en constante formación para poder guiar a los futuros profesionales en un futuro cada vez más voluble.
La educación a distancia consistía, grosso modo, en un ‘volcado’ de lo que se daba en las aulas a un espacio digital, con la misma metodología que lleva vigente siglos: aprendizaje, memorización y examen. El online learning es un cambio integral, consiste en pensar únicamente en el espacio digital como un medio en sí, no como un complemento, y en aprender practicando, utilizando herramientas y recursos que los estudiantes podrán usar próximamente.
Un cambio que nos prepara para el futuro
La crisis del Covid-19 ha obligado a todas las universidades, colegios y escuelas de negocio a cerrar y a buscar fórmulas digitales para pasar los días de confinamiento sin que el desarrollo académico se vea perjudicado. Los más jóvenes hoy, aquellos que aún van a la escuela, han tenido la experiencia de aprender desde casa a una edad muy temprana, por lo que crecerán sabiendo lo que es el online learning. Para ellos nunca más volverá a ser una metodología opcional, máxime si tenemos en cuenta que es una generación que ha nacido pegada a una pantalla.
Estos mismos jóvenes serán los que el día de mañana se encuentren con un mercado laboral extremadamente competitivo y globalizado, donde la formación continua no va a ser un capricho sino una necesidad. Sin embargo, así como el mercado se complica, el acceso a las mejores instituciones del mundo se democratiza gracias a Internet. Los estudiantes podrán formarse, sin moverse de sus países de origen si así lo desean, con las mejores universidades de Estados Unidos, como por ejemplo el MIT.